Fuera de mi ventana sólo veo coches veloces, motos alocadas, que dejan el tráfico atrás. He aprendido una pequeña verdad, el mundo te quiere rápido para que llegues a tiempo. Te quiere veloz para recordar sólo el sonido de tus pasos y es por eso cuando te acuerdas que no vas a ningún lado y aceleras. Cuando menos te lo esperas, cuando crees que todo va en el sentido equivocado, que tu vida, programada en cada mínimo detalle está naufragando... de repente, sucede.
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