Oscura, fría y cargada con suspiros llenos de amor. Brisas cálidas acompañadas en un baile de estrellas que alumbran el camino de aquellos peregrinos que buscan el destino. Noche. Llena de vida y de blancas sonrisas, de destellos y ardientes fuegos, de cielos escondidos y espíritus vacíos. Más noches. Loca, vivaz, amiga del silencio y de lo que solo nosotros sabemos. Y noches que quedan por vivir, noches que quedan por soñar, noches ambiguas y añoradas, noches de juventud y pasión, noches con un toque de lujuria y algo de glamour; y al final del todo, noches que se despiden con besos de un sabor a estrellas en la oscuridad, la noche es nuestra.
sábado, 30 de octubre de 2010
viernes, 29 de octubre de 2010
...(L)
Me gustan los días de sol, las noches que no acaban y los helados de yogur. Me gusta que la brisa acaricie mi cara, que las hojas de otoño caigan y se rompan como las promesas de un pasado febril, me gusta decir lo que quieren oír, ver el mundo desde otro punto de vista, dejarme llevar sin lógica alguna. Me gusta escuchar música y ponerle una banda sonora a mi vida, me gusta recordar que algún día te tuve entre mis brazos, me gusta que digas lo siento y que te mueras por mi, pero lo que mas me gusta en este loco mundo, es reconocerte que me gustas TÚ.
jueves, 28 de octubre de 2010
Ardiente Kylie
Y fue en aquella ocasión en la que empece a pensar en Thomas Jefferson escribiendo la Declaración de la Independencia, diciendo que todos tenemos derecho a vivir, a ser libres y a buscar al felicidad. Y pensé en cómo supo poner la palabra "buscar" ahí en medio, como si nadie realmente pudiera alcanzar la felicidad. Sólo podemos buscarla...
Os sugiero que os paséis por este blog me encanta!: http://quierocomermeelmundo.blogspot.com/
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miércoles, 27 de octubre de 2010
Al natural.
Quiero que todo acabe y volver a empezar. Cambiar de piel, volver a nacer. Empezar otra vez a ver, a abrir los ojos, aprender a sentir y a tocar, aprender a amar y a dejarte caer. Y otra vez, volver a morir, hasta que un día, apareciste tú. No eras perfecto, a veces llegabas algo tarde, eras demasiado protector, eras celoso y desafinabas en notas altas, pero eras mío. Había noches en las que el tiempo transcurría en silencio, no hacían falta palabras, solo nos mirábamos, me rodeabas con tus brazos y cunados con la brisa rebelde del verano, soñábamos despiertos, juntos. Nos escapábamos de las reglas y de lo común, vivíamos la vida al momento, componíamos canciones sin ritmo y me leías poesía sin verso, pero eramos felices, demasiado felices. Y a veces, en al vida, la felicidad es apenas más breve que un suspiro. Noches de tormenta, el mundo quería separarnos y la lucha se hizo insoportable, lo reconozco, no soy fuerte pero tú, tú eres mi héroe. Todo cambia y sin darme cuenta, fui yo la que arriesgo contra el destino, y ante la inmensidad de nuestro amor, el ganó. Y ahora estoy tendida en el suelo, siento dolor en un costado, la sangre forma corrientes, no puedo luchar más, tengo ganas de cerrar los ojos y dejar de seguir aquí ante todo aquello que temo. Busco entre las estrellas, entre esta noche tan densa, te busco y no estas. ¿ Dónde estas? Y ahí esperándote. ¿Cuántas noches hurgando en los recuerdos, apartando momentos de dolor, peñascos de desilusión, he llegado allí, al fondo, hasta encontrar esa sonrisa? Y ahora esta aquí, frente a mí, compartiendo tu vida con los demás. Todo lo que era mío, solo mío. Y repentinamente me veo recorriendo a través de un laberinto hecho de momentos: nuestro primer beso, las noches en vela y los días sin ti. La explosión enloquecida de mi amor por ti. Y en un instante, recuerdo todo lo que no he podido decirte, todo lo que hubiera querido mostrarte, la belleza de mi amor. Yo, simple cortesana admitida en tu corte, postrada delante de ti, frente a la grandeza de tu reino, hubiera querido mostrarte el mío. Sobre una carta escrita a mano, mostrándote mi vida, lo que sentía por ti, un amor sin limites. ¿Y ahora? ¿Qué puedo decirle ahora a ese chico que esta suplicando para que siga aqui? ¿A quién puedo mostrarle las maravillas de este amor que solo a ti te pertenecen? Te miro y ay no estas, o soy yo la que no estoy. ¿Dónde te has metido? ¿Dónde esta la sonrisa que me convertía en naufraga de certezas, pero tan seguro de felicidad? Y siento todo mi dolor. Lo que no sé, lo que no he vivido, lo que ahora me falta. Para siempre.
martes, 26 de octubre de 2010
Vale oro
Buenos días mundo, echaba de menos tus sabores. Llevaba un tiempo fuera de aquí, lejos, en aquel lugar donde crees en los sueños y luchas por ganar el juego. Y él estaba ahí, bebiendo de mis miedos, abrazando mis recuerdos y perdiéndose en los segundos sin mi. Cuando las estrellas brillaban, en tus ojos, esos ojos que te hechizaban y te condenaban a una vida eterna siendo esclava de tu amor, podía ver reflejado todos nuestros momentos, pequeñas historias dulces, llenas de besos y tantas decisiones sin sentidos, porque como tu solías decir, eso es el amor, una nueva aventura sin sentido, loca, como la vida misma. Despertábamos juntos, viendo rayos de sol que se colaban por las persianas y dibujaban tu cuerpo desnudo. Inventábamos juegos, para intentar calcular quien quería más a quien, quedamos empatados, los dijimos el infinito del universo, de nuestro universo. A veces, me decías que el tiempo era nuestro enemigo, y yo, ingenua y mentirosa al mismo tiempo, te decía que nada nos separaría. Así pasaron tardes abrazados, devorando tus labios sabor a miel, regalándote mis mas preciados tesoros, un amor sin limites. Y mas noches en vela bajo nuestras estrellas, cada una dueña de algún misterioso juego, cada una testigo de nuestros besos, ellas, llenas de deseos y promesas, nosotros, llenos de una mor marchito. Cada vez escuchaba menos tu voz, y tampoco solía quedarme prendida en tus brazos, ya no oía las canciones de nuestro aleatorio, ni podía sentir los latidos de tu corazón. Había alguna noche que te quedabas pensativo, mirando algún horizonte enemigo y otros, otros en los que estabas vacío, sin esa ilusión que te devoraba, que te ardía. Y aquel temible día, y aquella temible noche, oía las palabras que jamas quise que salieran de tu boca, llego al fin, el fin de tu amor, del nuestro, el fin de los días abrazados, corriendo uno detrás del otro, escondiéndonos del dolor; el fin de las noches sin prisa, de las noches sin besos, y estrellas a las que sonreír. El fin de nuestro mundo, el que construimos juntos con cada promesa, con cada beso sellado en fuego y ahora miro y no está, no queda nada, solo dos almas vagando por una tierra sin dueño. ¿Que are ahora sin ti? Sin esa voz, firme y dulce; sin tu valor, sin tu coraje, sin tu miedo a perder algún día todo lo que soñamos, y ¿que are ahora sin esa sonrisa? Tu sonrisa, aquella que te escuchaba, que te hacia suplicar por sus besos, aquella sonrisa ardiente, dulce y pecadora, la sonrisa mas bella del mundo, de nuestro mundo, la sonrisa por la que di noches y días, la sonrisa por la que daría mi vida con tal de no perderla nunca. Y ahora, no esta, se fue, se fue con todos nuestros sueños, desvanecidos en un mar de lagrimas. Vencida y sin ida, nuestro mundo, nuestro lugar, aquel lugar en el que eramos dos soñadores libres, ahora se va, con toda mi ilusión, con todo el amor que te di y que siempre tendrás, hasta el fin de los días.
lunes, 25 de octubre de 2010
Paris mon amour
De algo estoy segura: no podrá quererle como lo quería yo. No podrá adorarle de ese modo, no sabrá advertir hasta el menor de sus dulces movimientos, de aquellos gestos imperceptibles de su cara. Es como si sólo a ella le hubiera sido concedida la facultad de ver, de conocer el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Ninguna mujer podrá ver nunca lo que yo he visto. Y él menos que ninguno. Ella, real, cruel, inútil, material. Se lo representa así, incapaz de amarle, deseando sólo su cuerpo, incapaz de verle verdaderamente, de encenderle, de respetarle. Ella no se divertirá con sus tiernos caprichos. Ella no amará incluso su mano pequeña, sus uñas comidas, sus pies ligeramente regordetes, aquel diminuto lunar escondido, aunque no tanto, a fin de cuentas. Puede que lo vea, sí, que terrible sufrimiento, pero nunca será capaz de amarlo. No de aquel modo.
domingo, 24 de octubre de 2010
looks de la temporada
A ti:
No bastó conque parases el tiempo. No bastó con que viviéramos cada día cómo si fuese el último. No bastó con quedarnos sin aliento con cada caricia. No bastó con el calor que desprendían nuestros cuerpos, ni la agonía que suponía estar lejos el uno del otro. No bastó con ser polos opuestos, ni con todas las discusiones que al fin y al cabo, arreglábamos con un beso que sabía a olvido. No bastó con alejarnos de la realidad, tanto que vivíamos en una perpetua fantasía, pendiente de un hilo que a cada milésima de segundo, se resquebrajaba un poco más. Los dos sabíamos que este momento llegaría algún día. Que el destino, a quién mantuvimos engañado, nos descubriría. Ambos sabíamos que nuestra historia no tendría un final feliz. Y sin embargo nos escondimos, yo en tu piel, y tú en la mía. Yo me refugié en tus labios, que sabían a canela. Y tú te cobijaste en el hueco de mi cuello. Sí, yo era tu mar, y tú mi único barco. Así que no prolongo más la agonía de decirte adiós.
Posdata: te quiero.
No bastó conque parases el tiempo. No bastó con que viviéramos cada día cómo si fuese el último. No bastó con quedarnos sin aliento con cada caricia. No bastó con el calor que desprendían nuestros cuerpos, ni la agonía que suponía estar lejos el uno del otro. No bastó con ser polos opuestos, ni con todas las discusiones que al fin y al cabo, arreglábamos con un beso que sabía a olvido. No bastó con alejarnos de la realidad, tanto que vivíamos en una perpetua fantasía, pendiente de un hilo que a cada milésima de segundo, se resquebrajaba un poco más. Los dos sabíamos que este momento llegaría algún día. Que el destino, a quién mantuvimos engañado, nos descubriría. Ambos sabíamos que nuestra historia no tendría un final feliz. Y sin embargo nos escondimos, yo en tu piel, y tú en la mía. Yo me refugié en tus labios, que sabían a canela. Y tú te cobijaste en el hueco de mi cuello. Sí, yo era tu mar, y tú mi único barco. Así que no prolongo más la agonía de decirte adiós.
Posdata: te quiero.
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