Se quedo atónita ante aquello, petrificada, como si algo la agarrara por los pies. Se veía incapaz de hacer nada. Intentó cambiar de tema, pero ahí seguía, sentía todas y cada una de las gotas. Los truenos le hacían temblar las piernas y producían un tic constante. Decidió mirarle...contárselo...
-Está lloviendo dentro de mi, tengo una nube en el cráneo y el agua se desliza por mis venas, me desespero. No se lloverme, me derramo y me mojo. No aguanto...
-Lo sé-contestó él-, ayer te ví acurrucada tronando...ten mi paraguas.
Se abrazaron fuerte y ella estalló como un globo de agua en las manos de un niño. Desde aquello, no es la misma.
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