Dicen que a través de las palabras, el dolor se hace más tangible. Que podemos mirarlo como a una criatura oscura. Tanto más ajena a nosotros cuanto más cerca la sentimos. Si uno de estos pequeños granitos enferma, el resto del organismo enferma también. Pero yo siempre he creído que el dolor que no encuentra palabras para ser expresado es el más cruel, más hondo… el más injusto. Pasé mi vida amando a un hombre que amaba a otra que no lo amaba sino que amaba a otro de la que nunca supo si lo correspondía. Era un tiempo en el que miraba al futuro con más esperanza que miedo.
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