martes, 26 de octubre de 2010

Vale oro

Buenos días mundo, echaba de menos tus sabores. Llevaba un tiempo fuera de aquí, lejos, en aquel lugar donde crees en los sueños y luchas por ganar el juego. Y él estaba ahí, bebiendo de mis miedos, abrazando mis recuerdos y perdiéndose en los segundos sin mi. Cuando las estrellas brillaban, en tus ojos, esos ojos que te hechizaban y te condenaban a una vida eterna siendo esclava de tu amor, podía ver reflejado todos nuestros momentos, pequeñas historias dulces, llenas de besos y tantas decisiones sin sentidos, porque como tu solías decir, eso es el amor, una nueva aventura sin sentido, loca, como la vida misma. Despertábamos juntos, viendo rayos de sol que se colaban por las persianas y dibujaban tu cuerpo desnudo. Inventábamos juegos, para intentar calcular quien quería más a quien, quedamos empatados, los dijimos el infinito del universo, de nuestro universo. A veces, me decías que el tiempo era nuestro enemigo, y yo, ingenua y mentirosa al mismo tiempo, te decía que nada nos separaría. Así pasaron tardes abrazados, devorando tus labios sabor a miel, regalándote mis mas preciados tesoros, un amor sin limites. Y mas noches en vela bajo nuestras estrellas, cada una dueña de algún misterioso juego, cada una testigo de nuestros besos, ellas, llenas de deseos y promesas, nosotros, llenos de una mor marchito.  Cada vez escuchaba menos tu voz, y tampoco solía quedarme prendida en tus brazos, ya no oía las canciones de nuestro aleatorio, ni podía sentir los latidos de tu corazón. Había alguna noche que te quedabas pensativo, mirando algún horizonte enemigo y otros, otros en los que estabas vacío, sin esa ilusión que te devoraba, que te ardía. Y aquel temible día, y aquella temible noche, oía las palabras que jamas quise que salieran de tu boca, llego al fin, el fin de tu amor, del nuestro, el fin de los días abrazados, corriendo uno detrás del otro, escondiéndonos del dolor; el fin de las noches sin prisa, de las noches sin besos, y estrellas a las que sonreír. El fin de nuestro mundo, el que construimos juntos con cada promesa, con cada beso sellado en fuego y ahora miro y no está, no queda nada, solo dos almas vagando por una tierra sin dueño. ¿Que are ahora sin ti? Sin esa voz, firme y dulce; sin tu valor, sin tu coraje, sin tu miedo a perder algún día todo lo que soñamos, y ¿que are ahora sin esa sonrisa? Tu sonrisa, aquella que te escuchaba, que te hacia suplicar por sus besos, aquella sonrisa ardiente, dulce y pecadora, la sonrisa mas bella del mundo, de nuestro mundo, la sonrisa por la que di noches y días, la sonrisa por la que daría mi vida con tal de no perderla nunca. Y ahora, no esta, se fue, se fue con todos nuestros sueños, desvanecidos en un mar de lagrimas. Vencida y sin ida, nuestro mundo, nuestro lugar, aquel lugar en el que eramos dos soñadores libres, ahora se va, con toda mi ilusión, con todo el amor que te di y que siempre tendrás, hasta el fin de los días.




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