lunes, 6 de diciembre de 2010

Nosotras :)

Su sonrisa lo atrapó, le hizo perder el temor final, lo obligó también a sonreír, despacio, al comprender que era verdad, que no se trataba de un sueño. Todo estaba allí, en sus ojos, en esas sonrisas. Después, se miraron a los labios, mutuamente, y tras una cómplice aceptación se acercaron, todavía sin tocarse. No llegaron a hacerlo. Sólo sus labios. Pero fue como si uno y otra se fundieran en un solo ser.

























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